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CONCURSO LITERARIO

Cuentos navideños

VIAJES EN GORRO

En una noche tranquila, durante la época de Navidad, vivía la familia de Sebastián, de apodo Sebas, en una casa ubicada en Tenerife. Estaba nervioso por la llegada de Papá Noel, ya que faltaban tan solo dos días para su llegada. Sebas estaba a punto de dormirse cuando abrió los ojos un segundo para encontrar a un elfo delante de su nariz. 

–Te ofrezco mi gorro para que viajes en el tiempo y puedas conseguir más regalos de lo normal, pero corres el riesgo de convertirte en un elfo –le dijo el elfo y salió rápidamente por la ventana.

Sebas aceptó sin pensarlo, porque tenía un sueño: conseguir ser el mejor fotógrafo de la historia. Para ello, debía ser mayor y tener una cámara. Sebas no tuvo miedo y se puso el gorro, sintió un breve mareo y ya estaba en el año 2022. Corrió hasta la sala para ver esos regalos que estaban esperándole. Disfrutó de las Navidades con su familia aquel día; pero, lamentablemente, no le regalaron lo que quería y, por eso, cuando se fue a dormir estaba un poco molesto. Cuando entró en su habitación, se sorprendió al verse en el espejo.  Tenía la nariz más larga, sin embargo, ese cambio no le importó y volvió a viajar en el tiempo.

Llegó al año 2023, pero tampoco le regalaron la cámara. Pasaron los años y a la quinta vez que viajó se miró en el espejo y su cara era la de un elfo. Inmediatamente viajó en el tiempo, justo a antes de utilizar el gorro para rechazar la oferta del elfo. 

–¿Aprendiste la lección? –preguntó el elfo. 

–¿Como lo sabías? –respondió Sebas muy confundido.

–Sabía que vendrías aquí de nuevo, ¿no te has dado cuenta que lo maravilloso de la Navidad es vivirla sin prisas?

Sebas afirmó con la cabeza.

–No te voy a molestar más, así que te diré algo, toma la foto de esta lección y guárdala en el álbum de tu corazón. 

Andy David Torres Calle

6.º Primaria 

CEIP La Verdellada

 

 

 

LO IMPORTANTE NO SON LOS JUGUETES

 

Todo comienza en un pequeño pueblo del norte de Alemania, donde vivía un niño llamado Saúl. Cuando llegaba la época de Navidad, todos los niños del pueblo, incluido Saúl, jugaban con la nieve al salir de clase. A todos les encantaba la Navidad, siempre pedían algún juguete. 

Este año, después de montar el árbol, Saúl salió a jugar con sus amigos; pero se olvidó del abrigo, el gorro y los guantes. Sin embargo, como estaba tan entretenido, corriendo y tirando bolas de nieve a sus amigos, no se dio cuenta de que los había olvidado. 

Cuando llegó a su casa se encontraba un poco mal y se lo dijo a su madre. Ella le tomó la temperatura y… ¡tenía 39 grados! 

Después de una semana metido en la cama no había mejorado. Todos los niños estaban preocupados por su amigo, y no paraban de preguntar por él; pero la madre de Saúl no les dejaba pasar a verlo. Al ver que no mejoraba, su madre decide llamar a un médico muy famoso en aquella época que vivía en Berlín. El prestigioso médico le dijo a los padres que quizá no tenía remedio; se lo comunicaron al pueblo. Todos los habitantes estaban muy tristes. 

Al día siguiente, aparecieron los niños del pueblo con tarjetas y dibujos para Saúl y también dijeron que habían cambiado su regalo de Navidad, en lugar de juguetes ahora habían deseado que Saúl mejorase y que sobreviviera a la enfermedad. La madre se los agradeció mucho a todos.

Llegó Nochebuena y todas las familias cenaron y se fueron a dormir, no tenían ganas de festejar esta festividad. Todas menos la de Saúl, que pasaban noche y día junto a su cama sin ver una luz de esperanza. 

–Valió la pena no dormir otra noche más –dijo la madre de Saúl a las doce de la noche–. Miren el termómetro, 36,5 grados. Ya no tiene fiebre.

A la mañana siguiente, Saúl gritó por todo el pueblo que ya estaba bueno. Ahora todos estaban felices, ya que Saúl había sobrevivido. No tenían juguetes, pero tenían a su amigo. 

 

Niobe Porth Padrón

1.º ESO C

IES Viera y Clavijo

 

 

EL MEJOR REGALO DE NAVIDAD

 

Ana, como todos los años, preparaba su árbol navideño y su belén con su familia. Este año la familia no estaba completa, por tanto, Ana no lo montaba con tanta ilusión y alegría. Estas navidades no serían lo mismo porque Petter, su hermano mayor, había viajado a Madrid por temas de trabajo. 

Cuando su hermano se fue, Ana le metió en su maleta una preciosa bola de navidad, dentro de ella se reflejaba una foto de la familia. Sus padres se dieron cuenta, al montar el árbol, de que el adorno navideño y se enfadaron mucho. Ana trató de explicarle el porqué de la desaparición de la bola, pero su madre muy furiosa no la dejó hablar. Ana más entristecida aún se fue a su habitación. Al rato su madre fue para disculparse y preguntarle qué había pasado con la bola. Ana se lo explicó todo. Su madre lo entendió y fue a preparar la cena. 

En el momento en que ya estaba la familia reunida, tocó hacerse la foto familiar de todos los años. De repente, escucharon un ruido, era como un cascabel, no le dieron importancia y siguieron con su foto. Por sorpresa entró un hombre con una capa roja llena de cascabeles y una enorme barba blanca. 

Todos pensaron que era Papá Noel, pero se dieron cuenta de que era Petter. Estaban todos muy contentos, especialmente Ana. Colocaron la bola de Navidad y se sacaron la foto todos juntos al fin. 

Naomy López Benítez

3.º ESO (2.º PMAR)

IES Viera y Clavijo

 

VULNERABLES

Queridos Reyes Magos: 

Hace tres meses mi Isla Bonita estaba tranquila, pero algo en ella empezó a cambiar. Una explosión entre las montañas, que no se podía parar, hizo que miles de familias llenas de tristeza fuéramos desalojadas. Estamos llenos de incertidumbre y vamos perdiendo la esperanza, pues vemos que ya no hay vuelta atrás. 

Hemos tenido que huir, salir de nuestras casas y seguir un camino que no sabemos a donde llega, pues el volcán ha despertado y ya van más de nueve bocas, que expulsan lava, dejando nuestra tierra atrapada. Solo puedo sentir dolor, pues los lugares donde habitaban mis recuerdos ya no existen porque el volcán los ha arrasado, dejándolos sin luz y rompiendo esta tierra en dos. 

Ahora la gente busca esperanza en la calle y, por primera vez, de verdad sabemos lo que es sentirse vulnerable, pues no tenemos nada que hacer contra la naturaleza, más que despedirnos de lo que tanto nos ha costado construir y aceptar que el lugar donde te criaste ya no existe, que ya no volverás a escuchar las campanas de la iglesia sonar, o que ya nos te cansarás de subir la pendiente de camino al colegio todas las mañanas, porque ahora está cubierta de lava. 

Por eso esta Navidad, no quiero regalos ni un árbol bonito del que presumir, tampoco deseo cosas que sé que no se van a cumplir. 

Quiero construir nuevos recuerdos, quiero volver a despertarme escuchando las campanas de la iglesia, quiero volver a pasar delante de la panadería mil veces tan solo por su maravilloso olor, quiero subir pendientes que hagan que nada más llegar a casa necesite tres vasos de agua, quiero que esta Navidad sea donde empecemos a crear esos nuevos recuerdos que formarán parte de nuestro nuevo hogar. Porque estoy segura que en un futuro mi tierra va a revivir.


Atentamente, 

María González. 

 

Alexia García González 

1.º Bachillerato

IES Viera y Clavijo

 

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