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TEXTO DRAMÁTICO (FINADOS 2020)

     El alumnado de 2.º Bachillerato E ha creado el texto de una obra teatral inspirada en la tradición canaria del Día de los Finados. Esta actividad se desarrolló en la materia de Artes Escénicas bajo la dirección de Héctor Gimeno, profesor del Departamento de Lengua Castellana y Literatura.

       La primera escena fue una actividad de composición cooperativa, mientras la segunda escena se planteó de forma individual, por tanto, cada alumno propuso su final para la historia planteada en la primera escena.

Estampa de una tradición

 

PERSONAJES

 

ANA (madre)

JOSÉ (abuelo)

MARCOS (hijo/nieto)

JULIA (abuela)

 

Actividad 1:

 

ESCENA 1

 

La abuela está leyendo. Suena el timbre y despacio se acerca a abrir la puerta. Se les escucha desde fuera. Abre la puerta y entran la hija y el nieto.

 

ANA Mamá, ¿cómo estás? (Abrazándola)

 

JULIA Ay, cariño, pues con dolor de espalda… ya sabes… Venga, entren. (Se acerca al nieto). Ay, mi niño, ¡cuánto has crecido! (Le abraza y le besa repetidas veces).

 

MARCOS Normal, abuela, hace mucho que no nos vemos.

 

JULIA Pues menos mal que vinieron a visitarme…

 

MARCOS Sí, no podíamos haber elegido mejor momento...

 

Se hace un momento de silencio algo incómodo.

 

JULIA ¿Quieres un café, mi niña?

 

ANA Ay mamá, dime que has hecho ese frangollo tan rico que preparabas cuando era niña…

 

JULIA Sí, está recién hecho. Vamos a la cocina y comen unos higos pasaos y unas castañas.(La abuela se adelanta hacia la parte del escenario donde está la cocina y deja atrás a la madre y el hijo).

 

Ana le da una colleja al hijo y pone cara de enfado con signo amenazante. El hijo se arrastra con desgana a la cocina y se sienta en una silla de mala manera.

 

ANA ¡Venga, hijo! ¡No empieces montando el numerito... ! ¡Vamos a tener la fiesta en paz!

 

Marcos lanza una mirada entornando los ojos ignorando sus palabras.

 

JULIA ¿Qué le pasa a este? Está enfadado… ¿o qué?

 

 ANA Nada, quería ir a una fiesta y…

MARCOS ¡Y mira en qué fiestón estoy! (Con tono de ironía)

 

ANA Marcos...

 

JULIA Claro, mujer, es que es normal… A esta edad… ¿Y qué fiesta era esa, mi niño?

 

MARCOS Íbamos a pillar unos disfraces con unos amigos y salir por la noche para ver el ambiente…

 

JULIA ¿Disfraces? ¿Qué disfraces? Los disfraces son pa’l carnaval.

 

ANA Sí, es que ahora les ha dado por esta moda del Halloween, se disfrazan de monstruos y salen a la calle a beber… a beber… y no quiero saber a qué más...

 

MARCOS Sí, mamá… lo que tú digas. De todas formas, tú no necesitarías disfraz...

 

ANA ¡Se acabó! ¡Eres un egoísta! ¡Solo piensas en salir de fiestas con tus amigos y no en lo verdaderamente importante! ¡Es tu familia! ¡Podría ser la última vez que vemos a la abuela!

 

MARCOS  Pero,¿qué me estás contando? ¿Cómo que la última vez?

 

La abuela les corta la conversación de repente para dejar ese tema.

 

JULIA ¿Por qué no dejamos esta conversación y comemos ese frangollo tan rico que he preparado?

 

Marcos se queda callado y muda la cara… Se levanta y abandona la escena. La madre queda inmóvil en el sitio, se lleva las manos a la cara para ocultar la tristeza del rostro. El haz de luz de un foco cae sobre la abuela aislándola en la escena. Su figura proyecta una sombra solitaria.

 

Oscuro.

 

 

Actividad 2:

 

ESCENA 2

 

La abuela está encendiendo unas velas delante del retrato del abuelo, y tiene un rosario entre las manos mientras reza entre murmullos. MARCOS entra en escena.

 

 

MARCOS Abuela, ¿qué estás haciendo? ¿Qué son esas velas?

 

JULIA ¿Ya estás más tranquilo? (Hace una pausa). Estas velas son para el abuelo, hoy es el día de finados, honramos su memoria y le mostramos el camino a casa... (Va a sentarse en una silla) Ven, acércate, te contaré una historia… Un día de finados como hoy, hace ya muchos años…

 

Comienza a sonar una música típica de los bailes de Taifas del Día de Finados. Se hace oscuro en el escenario. La música va ganando fuerza y llena el escenario. Se ilumina otro espacio donde aparece JULIA de joven, lleva una flor entre las manos y camina cabizbaja con aire pensativo. Se sienta, suspira... Aparece JOSÉ, moviéndose con brío y energía, se acerca galán a JULIA dispuesto a ofrecerle su compañía.

 

JOSÉ ¿Cómo una flor tan linda tiene esos ojos tan tristes?

 

JULIA Bueno… Recordaba a alguien… No te preocupes, no es nada.

 

JOSÉ ¿No es nada? No sé… Aún es temprano, así que hay tiempo hasta que comiencen los bailes y música en la plaza del pueblo. ¿Te parece si damos una vuelta? Por cierto, no me he presentado, me llamo JOSÉ.

 

JULIA Yo JULIA y... ¡Acepto! Así podré distraerme de esto un rato.

 

JOSÉ Y bien, ¿has preguntado ya por los santos en algunas casas?

 

JULIA En realidad no, no quería ir sola, suelo ir con mis hermanos pequeños, pero hoy han querido ir con sus amigos, juntos, así que…

 

JOSÉ Ya veo, (entre una pequeña risita) ¡Aunque veo que has traído tu talega!

 

JULIA (Hace una mueca de sonreír vagamente) Pues sí, pensaba ir sola, pero a última hora me lo he pensado mejor.

 

JOSÉ ¡Vayamos juntos! ¡¿Qué te parece?!

 

JULIA No veo por qué no. Cuando terminemos me reuniré con mi familia, ya sabes, contar historias, comer, todo eso... ¿Y si quedamos para ir juntos por la noche a la plaza? ¡Podemos bailar juntos!

 

JOSÉ ¡Claro! ¡Es genial!

 

Tras esto, ambos se van juntos y salen del escenario hablando, mientras tanto, la voz de JULIA en la actualidad, dice lo siguiente como narradora.

 

JULIA Así conocí a tu abuelo. Fuimos juntos a las fiestas en la plaza, escuchamos música, bailamos y me trajo de vuelta a casa, donde conoció a mis padres. ¿Sabes? Es una pena que todo esto se esté perdiendo, esta noche podrías estar conociendo a una chica, disfrutando de nuestras tradiciones, con nuestra música, nuestra comida, nuestros bailes… No debemos dejar que esto se pierda, nuestra tradición no es algo que nos haga mejores o peores que los demás, es algo que nos hace ser nosotros, y no olvidar quiénes somos, es nuestro deber.

 

Adrián José Rodríguez Pérez

 

ESCENA 2

 

La abuela está encendiendo unas velas delante del retrato del abuelo, y tiene un rosario entre las manos mientras reza entre murmullos. MARCOS entra en escena.

 

 

MARCOS Abuela, ¿qué estás haciendo? ¿Qué son esas velas?

 

JULIA ¿Ya estás más tranquilo? (Hace una pausa). Estas velas son para el abuelo, hoy es el día de finados, honramos su memoria y le mostramos el camino a casa... (Va a sentarse en una silla) Ven, acércate, te contaré una historia… Un día de finados como hoy hace ya muchos años…

 

Comienza a sonar una música típica de los bailes de Taifas del Día de Finados. Se hace oscuro en el escenario. La música va ganando fuerza y llena el escenario. Se ilumina otro espacio donde aparece JULIA de joven, lleva una flor entre las manos y camina cabizbaja con aire pensativo. Se sienta, suspira... Aparece JOSÉ, moviéndose con brío y energía, se acerca galán a JULIA dispuesto a ofrecerle su compañía.

 

JOSÉ ¿Cómo una flor tan linda tiene esos ojos tan tristes?

 

JULIA (Se ríe) Siempre me pasa en el día de finados.

 

JOSÉ Ya… es normal. ¿Qué te parece si vamos a dar una vuelta y pasamos por algunas casas? Así te despejas un poco.

 

JULIA Sí, la verdad que debería. (Empieza a caminar y JOSÉ va detrás de ella).

 

No hablan mucho por el camino, JULIA va tarareando y JOSÉ la mira. Al llegar a la primera casa tocan la puerta.

 

SEÑORA Buenas noches muchachos, ¿en qué les puedo ayudar?

 

JULIA ¿Hay santos? (Pregunta mirando su talega vacía).

 

SEÑORA (Sonríe) ¡Pues claro que hay! (se da la vuelta yendo a buscar algo).

 

 Julia mira a JOSÉ muy contenta y él le devuelve una enorme sonrisa.

 

 SEÑORA Aquí tienen. (dice dejando en la talega de JULIA unas cuantas almendras y castañas).

 

JOSÉ Muchísimas gracias, que tenga una buena noche. (Le regala una pequeña sonrisa y agarra a Julia de la mano para dirigir el camino).

 

JULIA se quedó muy sorprendida con eso, pero le gustó y no separó su mano de la de JOSÉ. Siguieron visitando muchas casas mientras se conocían hasta que no les cupo más en su talega. Al despedirse, los dos sabían que ese no era el último día que se iban a ver.

 

Se hace oscuro en el escenario. La música deja de sonar. Se ilumina otro espacio donde vuelven a aparecer los personajes de la primera escena.

 

JULIA  Ay… ¡Qué bien lo pasé ese día! Nunca me voy a poder olvidar, fue uno de los más felices de mi vida.

 

ANA (emocionada) He escuchado esta historia mil veces y nunca me canso de ella.

 

MARCOS ¡Qué guay! Entonces conociste al abuelo el día de finados...

 

JULIA Sí, y como te dije antes, estas velas son para el abuelo, porque en el día de finados se ponen velas para honrar la memoria de nuestros antepasados.

 

MARCOS Pues qué putada que se haya perdido esa tradición porque en realidad me parece mucho más guay que lo que se hace en Halloween.

 

ANA Marcos, cuida tu vocabulario… Pero sí, tienes toda la razón, me parece mucho más  interesante el día de finados. 

 

MARCOS A partir de ahora cada 31 de Octubre voy a poner velas por nuestros antepasados.

 

JULIA Muy bien hijo, ya sabes, que la tradición nunca se pierda. (Sonríe).

 

Fayna Navarro Díaz

 

ESCENA 2

 

La abuela está encendiendo unas velas delante del retrato del abuelo, y tiene un rosario entre las manos mientras reza entre murmullos. MARCOS entra en escena.

 

 

MARCOS Abuela, ¿qué estás haciendo? ¿Qué son esas velas?

 

JULIA ¿Ya estás más tranquilo? (Hace una pausa). Estas velas son para el abuelo, hoy es el día de finados, honramos su memoria y le mostramos el camino a casa... (Va a sentarse en una silla) Ven, acércate, te contaré una historia… Un día de finados como hoy hace ya muchos años…

 

Comienza a sonar una música típica de los bailes de Taifas del Día de Finados. Se hace oscuro en el escenario. La música va ganando fuerza y llena el escenario. Se ilumina otro espacio donde aparece JULIA de joven, lleva una flor entre las manos y camina cabizbaja con aire pensativo. Se sienta, suspira... Aparece JOSÉ, moviéndose con brío y energía, se acerca galán a JULIA dispuesto a ofrecerle su compañía.

 

JOSÉ ¿Cómo una flor tan linda tiene esos ojos tan tristes? (Sonríe a JULIA. Ésta le contesta con una mueca de exasperación). Y, hablando de flores...(Señala la flor). Veo que a usted no le faltan, ¿no es así? (JULIA aparta la mirada). Ya veo... Siento haberla molestado. Mis disculpas. (Procede a seguir su camino).

 

JULIA Puesto que tanto le interesa… (JOSÉ retrocede y la escucha) Vengo de enramar la tumba de mi padre, falleció el año pasado.

 

JOSÉ Lo lamento.

 

JULIA No se disculpe (cabizbaja). Es que no comprendo como en un día rodeado por la muerte, la gente puede estar de acá para allá, venga a bailar, venga a prender luces y llenar cestos de frutos secos para repartirlos por ahí… Sin tener en cuenta que hay quienes ya no están y ya no pueden hacer todo eso.

 

JOSÉ ¿No es eso precisamente lo que festejamos? (JULIA le mira extrañada). Piénselo, con esta manera de celebrar, no queremos decir que no respetemos a los difuntos. Tratamos de disfrutar como ellos lo harían en vida, recordando y honrando su memoria a través de nuestra cultura. Ese es el mejor regalo que podemos ofrecer a quienes nos han dejado. Estoy seguro de que su padre desearía verla sonreír en este momento, al igual que yo lo deseo… (JULIA, algo ruborizada y más animada, sonríe a JOSÉ). ¡Eso es! (Ríe). Si me disculpa, he de continuar mi camino, han organizado unas danzas de seguidillas en la era, pero me gustaría ir acompañado. ¿Sería eso posible, señorita…? (Le extiende la mano).

 

JULIA (Acepta, toma su mano y se levanta). Julia, ¿usted?

 

JOSÉ José

 

Marchan agarrados del brazo, hasta salir de escena. Acompañado por el rancho de ánimas que suena en off, JULIA y MARCOS vuelven a accionar su escena.

 

MARCOS Buah, así que os conocisteis en el día de finados...

 

JULIA Así es. Y desde entonces lo celebré de esa manera, bailando y riendo… Los mejores recuerdos que aún conservo de mi juventud son, sin duda, los del día de finados. Por eso entiendo que tú también quieras divertirte, mi niño. ¡Si estás en la edad!

 

MARCOS  (Algo desanimado) Ya, pero ahora veo que mamá también tiene razón, ahora lo importante es estar aquí contigo.

 

JULIA Marcos, mi niño, de tu abuelo aprendí que no sirve de nada vivir asustado de la muerte. Solo viviendo el día a día honramos a aquellos que nos protegen allá arriba. Y, además, a este corazón le falta por bailar muchos más ranchos de ánimas. (Ambos ríen. JULIA abraza a su nieto y le besa las mejillas). Vamos, ve a arreglarte con tu madre, que ya se le habrá pasado el agobio.

 

MARCOS Voy, abuela. (Sale de escena apurado).

 

JULIA ¡Y enseguida vienen los dos a ayudarme a preparar la mesa! (Levantándose con cuidado).

 

MARCOS  (Fuera de escena) ¡Vale!

 

JULIA (Coge la foto de JOSÉ, cierra los ojos, sonríe y suspira).

 

Oscuro.

 

Mayra Sequeiros Leyton

 

ESCENA 2

 

La abuela está encendiendo unas velas delante del retrato del abuelo, y tiene un rosario entre las manos mientras reza entre murmullos. MARCOS entra en escena.

 

MARCOS Abuela, ¿qué estás haciendo? ¿Qué son esas velas?

 

JULIA ¿Ya estás más tranquilo? (Hace una pausa). Estas velas son para el abuelo, hoy es el día de finados, honramos su memoria y le mostramos el camino a casa... (Va a sentarse en una silla) Ven, acércate, te contaré una historia… Un día de finados como hoy hace ya muchos años…

 

Comienza a sonar una música típica de los bailes de Taifas del Día de Finados. Se hace oscuro en el escenario. La música va ganando fuerza y llena el escenario. Se ilumina otro espacio donde aparece JULIA de joven, lleva una flor entre las manos y camina cabizbaja con aire pensativo por el cementerio. Se sienta en un banco, suspira... Aparece JOSÉ, moviéndose con brío y energía, se acerca galán a JULIA dispuesto a ofrecerle su compañía.

 

JOSÉ ¿Cómo una flor tan linda tiene esos ojos tan tristes? ¡Vaya! (Exclamó mirándola fijamente) Su mirada es tan profunda como el mar, ¡pobre del que mire y no sepa nadar!

 

JULIA se sonroja y sonríe de medio lado, dando a entender que le ha gustado la declaración de JOSÉ.

 

JOSÉ No quiero ser enterado pero, ¿podría saber quién es? (Cuestionó mirando fijamente la lápida).

 

JULIA Tranquilo, no pasa nada. Es mi padre, murió hace un año... (Quería continuar hablando pero JOSÉ la corta).

 

JOSÉ ¿Y por qué estás sola?

 

JULIA (JULIA un poco incómoda decide responder amigablemente) Porque no tengo más familia, solo me quedaba él. Mi madre murió cuando era una chinija, y con mi padre, aunque fue tanto el dolor, hemos enramado su tumba desde que tengo memoria. Ahora enramaré la de los dos. (Cuenta JULIA con mirada triste, pero con una media sonrisa en los labios recordando a sus padres).

JOSÉ Lo siento mucho, de verdad. Yo también estaba enramando la tumba de un amigo que murió hace unos años ya, llevo viniendo desde el día de su muerte. (Se queda pensando nostálgico). A veces lo extraño demasiado porque éramos amigos desde chiquillos, pero bueno... los recuerdos son los que se quedan.

JULIA Igual lo siento. Bueno, yo me debo marchar ya….

JOSÉ, para no perder la oportunidad, se apresura a hablar.

JOSÉ Me gustaría volver a verte... Mañana estaré por la plaza Weyler, por si te quieres pasar... Igual te estaré esperando.(Propone con cara ansiosa).

JULIA Gracias, me lo pensaré.

Se quedan mirando a los ojos durante unos segundos y hacen notar la atracción. Se levantan y cada uno toma un camino diferente.

 

Gisela del Carmen Suárez González

 

ESCENA 2

La abuela está encendiendo unas velas delante del retrato del abuelo, y tiene un rosario entre las manos mientras reza entre murmullos. MARCOS entra en escena.

MARCOS Abuela, ¿qué estás haciendo? ¿Qué son esas velas?

JULIA ¿Ya estás más tranquilo? (Hace una pausa). Estas velas son para el abuelo, hoy es el día de finados, honramos su memoria y le mostramos el camino a casa... (Va a sentarse en una silla) Ven, acércate, te contaré una historia… Un día de finados como hoy hace ya muchos años…

Comienza a sonar una música típica de los bailes de Taifas del Día de Finados. Se hace oscuro en el escenario. La música va ganando fuerza y llena el escenario. Se ilumina otro espacio donde aparece JULIA de joven, lleva una flor entre las manos y camina cabizbaja con aire pensativo. Se sienta, suspira... Aparece JOSÉ, moviéndose con brío y energía, se acerca galán a JULIA dispuesto a ofrecerle su compañía.

JOSÉ ¿Cómo una flor tan linda tiene esos ojos tan tristes?

JULIA (Suelta una leve risita pero continúa con los ojos entristecidos) No ha sido un día especialmente alegre que digamos… (Mira hacia el suelo).

JOSÉ (Posa su mano sobre la barbilla de Julia para que suba la mirada). Si quieres, puedes contármelo, quizás te venga bien soltar lo que sientes...

JULIA Está bien (Se le entrecorta la voz) Resulta que hace un año mi padre falleció. (Hace una leve pausa). Antes de venir hacia aquí fui a enramar su tumba, de ahí el cómo me encuentro ahora.

JOSÉ Perdóname… Lo siento mucho, sé que no es fácil pasar por eso. (La rodea entre sus brazos).

Julia posa la cabeza y se le saltan las lágrimas.

JOSÉ (Después de unos segundos abrazándola, se separa de ella y le hace un gesto para que le siga). Ven, te enseñaré un lugar especial, a donde voy para aclarar mi mente.

JULIA asiente y le sigue. Caminan hacia un claro donde se vislumbra un pequeño árbol y el cielo despejado. El volumen de la música va disminuyendo poco a poco hasta que la melodía se puede percibir lo mínimo posible. Se acercan al árbol y se apoyan sobre el tronco.

JULIA Tenías razón, este sitio transmite una energía diferente. (Le dice con una bella sonrisa).

JOSÉ (Le devuelve la sonrisa). ¿Verdad que sí? ¿Te encuentras mejor ahora?

JULIA Mucho mejor. ¿Me concederías este baile? (Se levanta alegremente mientras le tiende la mano a JOSÉ).

JOSÉ la responde afirmando mientras se levanta a la par que ella y empiezan a bailar mientras solo se escucha la leve melodía y se cierra el telón.

 

Samuel Díaz Sánchez

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