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AY DE MÍ, LLORONA
25N. Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Una mirada desde el teatro hacia la vida de dos mujeres que lucharon contra la desigualdad y la opresión en su época.
En la asignatura de Artes Escénicas, los alumnos tuvieron que componer una breve pieza dramática (monólogo) a partir de una canción que sirviera como fuente de inspiración. Aquí queremos presentarles el trabajo de Mayra Sequeiros Leyton de 2.º de Bachillerato E con el título Ay de mí, llorona.
La autora de esta pieza recrea ficcionalmente la despedida entre dos personajes memorables de la cultura mexicana, Chavela Vargas y Frida Kahlo. A partir de la canción “La Llorona” de Chavela Vargas, se imaginan las últimas palabras de la cantante ante la tumba de la pintora mexicana. Al parecer, entre ambas hubo una relación de algo más que simple y pura amistad.
Nos gustaría presentar esta obra a toda la comunidad educativa del IES Ofra como homenaje a todas las mujeres que, desde el arte y la música, cuestionaron las convenciones de género de su época y lucharon por un mundo más libre y más humano.

Te dejamos el enlace a algunas páginas donde podrás conocer más sobre la vida de estas dos valientes y luchadoras mujeres:
El apasionado romance entre Frida Kahlo y Chavela Vargas
Un romance entre metáforas, tabaco y tequila
También te incluimos un enlace a una versión de “La Llorona” para que puedas acompañar la lectura de esta pieza de teatro.
La Llorona - Natalia Lafourcade
¡Deseamos que les guste y la disfruten!
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AY DE MÍ, LLORONA
Bajo una luz tenue y un silencio sepulcral entra en escena un hombre de traje oscuro, chamarra y sombrero de ala color ocre; es de complexión y rasgos delicados; alto y muy moreno. Se acerca lentamente al filo del centro del escenario, se quita el sombrero y descubre su larga melena recogida en un moño deshecho. Aprieta el sombrero contra su pecho. Su mirada queda estática en el suelo.
CHAVELA: (Canta a capella)
Y aunque la vida me cueste, llorona
No dejaré de quererte
No dejaré de quererte
(Hinca una rodilla en el suelo y deja un clavel rojo frente a ella, sobre la tumba de Frida)
Aquí me tienes de nuevo, ante ti. Espero que puedas escucharme, porque eres la única que en estos momentos querría hacerlo. Y, si no es así, al menos puedo oírme en voz alta para tratar de convencerme de que lo que estoy diciendo tiene sentido; o de si algo de lo que ocurrió lo tuvo alguna vez.
(Levantándose) Te mentiría si te digo que pensaba volver antes. Porque, aunque la verdad es que así lo quería, eran muchas cosas las que me impedían hacerlo. Tu presencia era una de ellas.
Aunque, dadas las circunstancias, bien mentir o decir la verdad hubieran provocado el mismo resultado.
(Alza la mirada, habla al aire)
Te habría divertido verme así, ¿verdad? (refiriéndose al traje) Nunca nadie se dio cuenta del engaño. Ni siquiera hoy. Me colé en la misa y el velatorio; muchos pensaron que era familiar de Diego, no hablé con nadie, pero escuchaba atentamente los cuchicheos. Pero nadie lo notó. Ni siquiera hoy, con prensa por todas partes y las calles repletas de gentes que han venido a homenajearte.
Todos han venido a adorarte, toda la gente que te quiere. He venido yo.
Todos han venido a verte, a conocerte y a despedirte. (Piensa en la última palabra, le ha provocado dolor, su tono se vuelve seco) Cosa que yo no pienso hacer.
(Con cierta rabia)
Porque no quiero marcharme hasta encontrar una explicación. Hasta que tú me des una. Quiero encontrar algo escondido en tus últimas palabras dirigidas hacia mí. Algo que me diga que lo que querías era que no me marchase. Algo que me demuestre que lo único que deseabas era que me quedase o que te llevase conmigo. Tan sólo darme cuenta de que fui demasiado tonta como para caer en que lo que hacías era suplicarme que siguiera contigo; que no te abandonase con ese bruto, frustrado por no hacerte sombra, y que cada día fue consumiendo de ti hasta que no quedó nada.
Si algo has de saber, por muy tarde que sea, es que la única razón por la que decidí volver a San Joaquín fue porque no era capaz de aguantar ver cómo te tocaba frente a mí; sabiendo, por tu mirada, que a quien querías en tu cama era a mí, como antes. Si por mí hubiera sido, me habría pasado estos últimos meses acostada a tu lado, cantándote al oído, haciéndote reír cuando el dolor era insoportable...
Solo tenías que pedírmelo.
(Sollozando)
De la noche a la mañana, pasamos de amarnos perdidamente a no reconocernos.
El viento gélido se llevó el cariño y la ternura, la luz y el color, el calor de quererte; y, por último, a ti.
Y así, tú te has llevado para siempre las mañanas, los atardeceres, las flores, la música. Ahora mi voz solo extrae las astillas que hay clavadas en mi pecho, las que me impiden respirar como antes, solo para formar una respuesta.
(Las lágrimas se contienen en sus ojos. Vuelve a arrodillarse ante la tumba, la cual mira fijamente.)
¿Adiós? No, nunca se dice adiós. Se dice, te amo.
(Cierra los ojos. Un foco de luz azul la ilumina al borde del escenario. Entra la instrumental de La Llorona- Versión Alba Reche. Canta)
Todos me dicen el negro, llorona
Negro, pero cariñoso
Todos me dicen el negro, llorona
Negro, pero cariñoso
Yo soy como el chile verde, llorona
Picante, pero sabroso
Yo soy como el chile verde, llorona
Picante, pero sabroso
Ay, de mi llorona, llorona
Llorona, llévame al río
Ay, de mi llorona, llorona
Llorona, llévame al río
Hay muertos que no hacen ruido, llorona
Y es más triste su pena
Tápame con tu reboso, llorona
Porque me muero de frío
Si porque te quiero, quieres, llorona
Quieres que te quiera más
Si porque te quiero, quieres, llorona
Quieres que te quiera más
Si ya te he dado la vida, llorona
¿Qué más quieres?
Si ya te he dado la vida, llorona
¿Qué más quieres?
¿Qué más?
(Oscuro.)
Mayra Sequeiros Leyton, 2.º Bachillerato.